Texts



- Tipo de letra cambiado


- Rascacielos de madera


-La oreja de Van gogh



Espero Que os halla gustado UN SALUDO

martes, 8 de febrero de 2011

ANÉCDOTA DE PICASSO EN UN RESTAURANTE

Un día Picasso, acompañado por “ La banda Picasso”, este grupo estaba formado por el poeta Guillaume Apolinaire, Jean Cocteau, Juan Gris, Georges Braque, el aduanero Henri Rouseau, el poeta y pintor Max Jacob, y otros. Estos eran los artistas que vivían o frecuentaban Le bateau- Lavoir, para esa época, eran talleres-habitación que al comienzo del siglo XX compartían muchos artistas, lugar o mejor dicho, cantera del Arte Moderno. Habían venido a París en busca de enriquecerse intelectualmente, y también, lograr la fama; París era el sitio donde los artistas de todas las partes del mundo querían venir a trabajar y exponer… Total, la historia no sé o no recuerdo muy bien donde ni la fecha exacta de esta anécdota; pudo haber sido en Montparnasse, en el Café la Coupola, lugar frecuentado por pintores, poetas e intelectuales a comienzos del siglo XX, o cuando, Picasso vivía en la Rue des Grands-Augustins, para ese entonces, década de los 30, ya que para esa fecha trabajaba para el marchante de arte Kahnweiler, o bien, yo pensaría, que fue cuando Picasso ya vivía en el sur de Francia, porque en realidad, pienso que cuando subsistían en el Bateua- Lavoir en Montmartre no tenían mucho dinero para ir al restaurante. En ese momento era la miseria total…La historia narra, que el grupo había tomado y comido bastante y entre chistes y chistes, vino y más vino, comida y comer hasta la saciedad, hablar de arte, comentar sus últimos cuadros, sus poesías y hablar de sus conquistas amorosas, sobre todo Picasso que contaba las transformaciones, las cuales, se producían en su obra cuando tenía una nueva musa. Y es verdad, cuantas mujeres, cuantas tendencias en su obra… Las manecillas de los relojes habían dado varias vueltas, las horas y las horas pasaron y llegó el momento que había que pagar. Cuando apareció esa hora crítica, todo los demás pintores se hicieron “los locos”y como sabían que él ya comenzaba a vender en dólares a los ricos coleccionistas americanos, pensaron que era él, el candidato para pagar y miraban con sumo interés a Picasso. Muy hábilmente, Picasso retira los platos, cubiertos, botellas y resto de comida del mantel blanco. Inmediatamente, tomó su pluma e hizo un dibujo, y llamó a la dueña del restaurante para pagar con ese dibujo, los gastos del almuerzo, la propietaria se alegró y con una gran sonrisa le dijo a Picasso: ¿ Me lo puede firmar por favor? Y él le respondió: “ Yo estoy pagando el almuerzo, no, estoy comprando el restaurante”, y se fueron celebrando la genial respuesta de Picasso, indudablemente, que esta historia se pasó cuando ya él era un artista conocido y su obra ya tenía un gran valor artístico- económico.


José Antonio Sánchez.

No hay comentarios:

Publicar un comentario